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Mostrando entradas de abril, 2007

El suave roce de la muerte

En enero, hace apenas tres meses, luego de una caminata forzada, sentí que el mundo se posaba sobre mi pecho. Me detuve, tomé agua y seguí viviendo. Dos meses despúes de esa extraña experiencia, me encontraba sobre una camilla, esperando que un largo gusano inerte penetrara por mi ingle y, sorteando recovecos, llegara hasta los laberintos de mi corazón. Arrastrandose sigiloso, llegó hasta el punto exacto, hasta la misma mecha del cartucho, en fin, hasta la obstrucción. Allí y a través de su diminuta boca, el gusano evacuó un artilugio tecnoclógico, que se supone tenga (¡increíble!) la fuerza necesaria para retrasar (que nunca evitar) la muerte. Es fascinante; esa pequeña malla de filamentos nobles contra la parca. Y heme aquí, tratando de vivir intensamente cada minuto de aire respirado, como si temiera perder el autobús, y a la vez transitando lo más lentamente que puedo, los minutos que la vida me permita ¿Hasta cuando? Hasta que las galerías por donde discurre el jugo de la vida se