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Mostrando entradas de septiembre, 2008

Mi viejo y el mar

El viejo está pescando, por eso no lo escucho, ni lo veo conversar con las olas y las algas marinas. El viejo está muy solo, espera paciente allá en su peña, besado por la brisa marinera, atento a su cordel, cabila, espera. Sospecha que no tiene ya carnada, recoge, revisa, vuelve y tiende, mientras el sol se refleja en sus ojos, como el mar. Y yo sigo aquí, obstinado, en este mundo, sumido en cosas intrascendentes, esperando, eso sí, que mi viejo me lleve al fin con él a avechuchar.