Elegía a Juan Ducoudray, poeta de la prosa y de la vida
A un noble guayacán, vencido por los años ¡Salve, Guayacán de estirpe heroica! Que supiste resistir el hacha aleve que tantos arbustos cercenara, en los días aciagos del oprobio. Los días de panfletos y volantes que la nocturnidad hacía posibles, días de mazmorras y de escarnio, de ignominia, de terror, de felonías… Pero nada (digo nada, y nada es algo) que te hicieran los malvados, asesinos, logró doblegar tu fe invidente, tu fe en tu pueblo y su destino. Y así fuiste flotando imperturbable por los mares procelosos del exilio, y así Colombia, Venezuela, Guatemala, México y la Cuba redimida, te brindaron su suelo cariñoso y así restañaron tus heridas. Y fue el tiempo de armar expediciones y entregarte por entero a la tarea de fundirte con la raza que partía a luchar con más vergüenza que metralla, a abonar el noble suelo con sus vidas. Hasta que fue el momento del regreso y volviste a la tierra prometida a cerrar un paréntesis muy largo que se abrió, sin querer, con tu partida. Y enton...