La brisa fresca de Las Praderas

Ayer me sentí bien. Caminaba solo -o mejor dicho, conmigo mismo- por un parquesito cercano (en Las Praderas) que tan a propósito he encontrado en los últimos meses de esta etapa de mi vida (Que ventura sentir placer haciendo lo que tenemos que hacer por obligación!), pues caminar -segun los plomeros cardiacos del Baptist- es consustancial con mi supervivencia y de veras me gusta hacerlo, siempre me ha gustado. Pues bien, caminaba cuando de pronto una melodía se me fue metiendo por los poros, suave, tenuemente y noté que podía reproducirla, silbando. De pronto, se convirtio en cancion. Interrogué a mis oídos, para ver si habían sido ellos los responsables del misterio, pero no: me juraron y rejuraron que ellos no habían oído nada. Entonces sospeché que aquella hermosa melodía que repetía y repetía, tratando de hacerla rea de mi memoria (hasta que pudiera escribirla), era otra jugarreta de mi mente (que me gritaba Hey, aún estoy aquí!) y la guardé en mi corazón, como mía.

Asi que la ganancia, esa mañana, fue doble: respiré profundamente el aire matinal, sudé, encontré una canción y agradecí a la vida la oportunidad que me sigue dando de sentir, de pensar, de crear, en fin, de vivir.

Comentarios

Maya ha dicho que…
Papá, y yo agradezco contigo:
Gracias por ser fuerte, gracias por luchar, gracias por seguir...

Te ha quedado hermoso este texto.

(Tu hija mayor)

Entradas populares de este blog