De cuando Wally se convirtió en James

Voy a tratar de hacer un análisis difícil, que comenzará con algunas premisas que quizás sorprendan a algunos de mis lectores de Blog-Spell-LTO.
El actual embajador de los Estados Unidos en la República Dominicana es uno de los más hábiles e inteligentes por este mal llamado "Solar de los Colones". Gay confeso y feliz, completamente sintónico desde el punto de vista emocional, Wally desde que llegó ostentó su condición y -más aún- hizo activismo a favor de los derechos de los LGBT. Esa fue la primera pieza de su set.
Como era de esperar, el homofobismo local le cayó encima y durante meses en los medios no se hablaba de otra cosa, llegando algunos a expresar que no debía dársele el plácet. La polémica (nueva vez) nos dividió, la mayoría en este país (LGBT -públicos, de closet- y librepensadores que respetan la libre elección en cuanto a preferencia sexual) se volcó a favor del Wally; los restantes, homofóbicos en mayor o menor grado, pedían su cabeza. Sustituyendo el montón de palabras que hasta ahora he escrito digo: Wally se convirtió en víctima. Pero no una víctima cualquiera, sino una con una simpatía raras veces disfrutada por embajador norteamericano alguno en nuestro país. Una víctima con todas las puertas abiertas.
A partir de ahí, empezó otro tipo de activismo, el activismo político (que algunos vinculan con relaciones primarias establecidas con algunos políticos del patio). Comenzaron las reuniones en palacio, en la JCE, en la Procuraduría, etc. Su activismo se coronó con la intervención que tuvo en el almuerzo de la Cámara Americana de Comercio, en la cual externó consideraciones críticas (no muy diplomáticas) sobre la corrupción; allí no habló Wally, la víctima de la homofobia criolla, allí habló James, el descendiente de Tapley Bennett, de Hurwitch, de Pastorino, de Hrinak... Es decir, un embajador norteamericano en "plenas funciones", como estamos acostumbrados a ver.
En fin, que muchos, por ver a James, solo ven a Wally.
Yo admiro la valentía de Wally Brewster, no es fácil aquí -y tampoco lo es en su país, plagado de homofóbicos- mantener la postura pública que el sostiene en cuanto a su preferencia sexual, y presentar también públicamente a su esposo, su compañero de toda la vida. Me cae bien, al punto de que me gustaría algún día charlar con él.
Pero la realidad es esa: una noche el embajador se acostó siendo Wally, sabiendo que despertaría siendo James...

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