La salud, principio elemental de toda función social
El próximo domingo, es decir, dentro de cuatro días, se elegirán las autoridades nacionales, a nivel presidencial y congresal y yo quiero cometer el atrevimiento de darle un consejo a las que resulten electas. Se refiere a la salud.
La práctica secular de los gobiernos que hemos tenido de 1961 a la fecha (para no irme más atrás) es priorizar el gasto de salud hacia la construcción y remodelación (a veces re-re-remodelación) de los grandes y medianos hospitales del país. No es que esa inversión no sea necesaria, porque sí lo es, pero no es prioritaria.
En la etapa de evolución sanitaria en que se encuentra la República Dominicana la prioridad en el gasto de salud la debe ocupar la estrategia de atención primaria desde el punto de vista de política de salud y el reforzamiento del primer nivel de atención desde el punto de vista funcional e infraestructural. 
Con lo que se ha invertido en remodelar y construir grandes hospitales la infraestructura destinada a la atención primaria  en República Dominicana se habría convertido en la joya de toda Latinoamérica.
El control de las enfermedades previsibles por vacuna, las zoonosis, las enfermedades crónicas, entre otros males de salud, reside en la atención primaria.
Contrario a la medicina curativa, fármaco-dependiente, en la cual el paciente va a buscar la atención, en la estrategia de atención primaria la atención va a buscar al paciente.
En fin y en resumen, mi consejo a las futuras autoridades es que implementen el llamado "nuevo modelo de atención", que centra sus objetivos no en la enfermedad o la persona individual, sino en la salud, el individuo, su familia y su entorno. Ahí es que hay que poner "los cuartos", y todo el empuje de la gestión en salud.
Pero no vayan a juzgarme de cándido, amigos lectores, sé que lo que propongo difícilmente sea acogido; aunque los frutos a largo plazo son inconmensurables, innegables, a corto plazo el rédito político lo garantizan las medidas de relumbrón, es decir, todo lo contrario a lo que he planteado. 
Y aunque ya tengo un doctorado en ser "la voz que clama en el desierto", no niego que me acompañará la pena de haber sido ignorado.

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