"No doble a la izquierda ¿Y qué"


por Luis Tomás Oviedo

En nuestro país no hay dinero peor gastado, es decir más desperdiciado, que el que gasta el Estado en la señalización vial, sea esta vertical u horizontal.

Todos alguna vez hemos visto cómo, de la manera más olímpica, los conductores giran a la izquierda frente a un letrero que lo prohíbe (como son los que están en las intersecciones de la Avenida Winston Churchill), se estacionan justamente debajo del letrero que reza que no lo haga, o transitan por una calle de una sola vía, tragándose la punta de la flecha.

Y mejor no hablar de “No toque bocina”, “Despacio, Escuela”, u “Hombres Trabajando”.

Pero no vayamos a creer que la señalización horizontal se salva del desprecio de los conductores por el cumplimiento de las reglamentaciones de tránsito. En este punto sería interesante saber qué piensan los chóferes que significan las líneas blancas intermitentes o las amarillas, pintadas en las calles. Indigna ver cómo transita un vehículo kilómetros y kilómetros con la mitad en un carril y la otra mitad en el otro.

¿Y si llegan a un semáforo? En ese lugar se multiplican los carriles como por encanto, sin contar los que giran desde el carril más lejano a su giro, pasándole por delante a María Santísima que estuviere esperando el cambio de luz.

Son esas cosas que menciono las que hacen del conducir en nuestras ciudades dominicanas una experiencia frustrante.

¿Por qué pasa esto?

Por falta de educación cívica, por un lado, y de lo que los gringos llaman “law enforcement” por el otro, es decir, la fuerza que deben ejercer las instituciones responsables para que se cumpla la ley.

No hay aliciente mayor para cometer una infracción a la ley que la impunidad.

Un chofer se pasa un semáforo en rojo, en las mismas narices de un agente de tránsito. No le pasa nada. La próxima vez lo hace con más confianza y va a ser imitado por los demás chóferes que esperan el cambio de luz, pues piensan “ese no es más tíguere que yo”.

Una vez le pregunte a un agente de la AMET por qué no detenía y ponía una multa a un chofer de concho que acababa de violar la ley justo frente a él, el agente me contestó: “Es que es un padre de familia”. “¿Y yo, que si me sorprenden hablando por el celular me ponen una multa de todo el tamaño y tengo tres hijos, qué soy?

La ciudad se ha convertido en una réplica de la famosa “Jungla de Asfalto”, la tomaron por asalto los mal llamados “sindicalistas” del transporte, verdaderos empresarios explotadores de los chóferes que emplean. Los Hubieres y demás, que dan patente de corso a sus “voladoras” para que no respeten semáforos, vialidad ni regulación de tránsito alguna.

El problema va a tomar tiempo resolverlo y la solución debe implementarse en dos vertiente: la educación cívica, que incluya la educación vial desde los primeros años de escolaridad y la represión legal, contra los infractores de la ley.

De esa manera, algún día, dejaremos de escuchar las instrucciones que yo oi daba un parroquiano a un conductor: “Es fácil de llegar, usted se roba ese pedacito de acá en vía contraria, va a pasar frente a una escuela, ahí usted acelera, para que no le agarre el semáforo en rojo; pero si el semáforo se pone en rojo usted puede pasar, que por ahí hay poco tránsito, sigue derecho y va a ver un letrero de ‘No Estacione” frente a un hospital, usted se parquea ahí y toca la bocina hasta que alguien se asome al balcón del edificio; entonces usted pregunta”.

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